Evolución de la Plaza de la Marquesa desde 1920 hasta nuestros días

La Asociación de Amigas y Amigos de los Árboles -Acacia- va a realizar una actividad  interactiva, PonTe(ruel) Verde, el próximo 7 de abril, domingo, de 11 a 14 horas, en la Plaza de la Marquesa.

Gracias a la cesión de fotos de los autores del libro «El Teruel que fue»,  de Fernando Hernández, Juan Carlos Navarro y Agustín García, podemos hacernos una idea de como un espacio concebido para las personas, se ha convertido en un espacio concebido para los coches, situación que la Asociación quiere revertir.

Pego a continuación el texto que el historiador Serafín Aldecoa nos ha preparado para el evento.

PLAZA DE LA LIBERTAD

Serafín ALDECOA. Historiador

En principio este lugar céntrico de la ciudad empezó llamándose Plaza de la Comunidad de Aldeas de Teruel (PCAT) o simplemente Plaza de la Comunidad, pues las comunidades de aldeas de Daroca y de Albarracín junto a la de Teruel, organizaban administrativamente este Sur de Aragón durante la Edad Media. Teruel era, lógicamente,  la capital de la  Comunidad de un buen número de aldeas y en ella se construyó a finales del siglo XVI la sede de esta institución conocida como Casa de la Comunidad, hoy Museo Provincial, que preside la Plaza.

Esta denominación se conservó con el paso del tiempo durante siglos aunque, según Vidal Muñoz, a finales del siglo XVIII, también empezó a conocerse popularmente como Plaza de la Marquesa o de la Marquesita debido a que se construyó el otro inmueble destacado de la Plaza: el palacio barroco de los marqueses de la Cañada (familia Ibáñez, procedente de Lidón). Como otras plazas o calles de Teruel mantuvo las dos denominaciones, la oficial y la popular, conforme pasaba el tiempo.

En 1874, el 3 de julio, aprovechando la nocturnidad las tropas carlistas, que representaban el absolutismo y el integrismo monárquico, atacaron la ciudad de Teruel con fama de liberal y republicana partiendo del Arrabal por el llamado Corral de Roquillo, junto al actual cine Maravillas, y por la zona de de la Lombardera en un intento de ocupar militarmente la ciudad. Hay que apuntar que dicho Corral desapareció para poder abrir la calle San Miguel y que existiera comunicación con el llamado Puente de la Reina.

Quien dirige el ataque es el coronel carlista conocido como Marco de Bello (Manuel María Marco y Rodrigo) aunque el que lo decidió la acción fue Alfonso Carlos de Borbón, hermano del aspirante al trono Carlos VII.  Al toque del Campanico, la Milicia nacional turolense (unos 2.000 voluntarios), de planteamientos liberales, al mando de Víctor Pruneda y en coordinación con el Gobernador militar, brigadier Santa Pau , la guardia civil (alrededor de 80 miembros) y otros cientos de turolenses entre los que destacaremos a Miguel Ibáñez, Muñoz Nougués, Francisco Ubé, Gregorio Maícas…, se movilizaron con armas para defender la ciudad, rechazaron el ataque y consiguieron evitar que el carlismo controlara la capital pues ya lo había hecho en otras partes de la provincia.

 

No contentos con el desastre que había cometido el ejército carlista, un mes más tarde, el 4 de agosto, repitió el ataque contra la ciudad y nuevamente fue rechazado por los vecinos. Como consecuencia de la lucha, algunos de ellos perdieron la vida en el choque y pasaron a ser conocidos como «los Héroes de la Libertad»  El 14 de julio de 1874 el presidente del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, firmaba un decreto en el que establecía lo siguiente:

1º La ciudad de Teruel añadirá a sus antiguos timbres el de «Heroica»

2º Se creaba una medalla para conmemorar el heroico comportamiento de sus bizarros defensores

3º La medalla, suspendida de una cinta con los colores nacionales será de bronce y llevará en el centro el escudo de Teruel y una circunferencia con la inscripción siguiente:»A los defensores de Teruel, la Patria agradecida. 3 de julio de 1874″.

 

Dos años después de los hechos, en 1876, se había formado una Comisión integrada por varios vecinos  para “arbitrar los medios para perpetuar la memoria de las brillantes jornadas del 3 de julio y 4 de agosto”. Con una primera recaudación promovida por dicha entidad se hizo un “sencillo catafalco que se colocaba todos los años en el Corral de Roquillo” y que fue construido gratuitamente por el arquitecto municipal. Ahora bien, el objetivo era en realidad “construir un monumento severo y digno  del objeto a que se destina”. Este es el primer memorial que se dedicaba a los muertos habidos en los enfrentamientos armados contra los carlistas y es a partir de 1877 cuando empiezan los actos de homenaje hacia dichos turolenses coincidiendo con las fechas citadas que pasan a ser fiestas oficiales por parte del Ayuntamiento de Teruel y que tendrán lugar en este  «catafalco» cuyo aspecto externo desconocemos.

Además, ese año en el mes de febrero se colocó en la Casa Consistorial “un mármol imperecedero” que contenía los nombres de todos los que sucumbieron en defensa de la libertad y de la patria los días 3 de julio y 4 de agosto de 1874”  Se trata de una lista de 24 personas cuyos nombres y apellidos se recogían en la prensa dentro de una esquela:

Héroes por la Libertad

All ser consideradas estas dos fechas días festivos, cerraba el comercio, se engalanaban los balcones con «colgaduras», las banderas ondeaban a media asta y por la tarde los turolenses solían realizar lo que entonces se denominaban “giras campestres” y meriendas en las orillas del Turia. Como se desprende de este texto, toda la ciudad se veía involucrada en los actos, siendo su principal  promotor el Ayuntamiento.

El catafalco del Corral se deterioraba conforme pasaba el tiempo porque la construcción del monumento definitivo, que vemos en las fotos, se demoró bastante en el tiempo. Así, desde la prensa, en 1891 se advertía de su pésimo estado por lo que se planteó la construcción de uno definitivo. Fue el 24 de junio de 1895 cuando se puso  la primera piedra en la Plaza de la Comunidad, ya no en Roquillo, del que se iba a llamar “Monumento a los Mártires de la Libertad de Teruel”, acabándose un año más tarde e inaugurándose el 3 de julio de 1896.

 

Se situaba  en la llamada hasta entonces Plaza de la Comunidad de tal manera que debió de ser en esos años cuando se le cambió en nombre por el de Plaza de la Libertad, a secas, tal como aparece ya en varios documentos y callejeros, aunque no sabemos exactamente las fechas exactas del momento en qué el Ayuntamiento acordó cambiar el nombre de la plaza.

 

El monumento lo realizó el arquitecto Carlos Carbó y consistía en un obelisco de mármol en cuyos laterales figuraban grabados los 24 nombres de los “mártires” y las palabras “libertad” y “heroísmo” además de las fechas 3 de julio y 4 de agosto de 1874 en los escudos de la parte superior. Presentaba una planta cuadrada con las caras laterales estriadas con una especie de acanaladuras que resaltaban su esbeltez y producían un efecto mayor tamaño longitudinal. Todo el monumento, que ocupaba gran parte de de la Plaza de la Libertad estaba rodeado de una verja metálica poligonal y una serie de más de 10 árboles, aparentemente acacias aunque no tenemos toda la seguridad  de que fueran esta especie arbórea.

A partir de estos momentos, el monolito u obelisco se iba a convertir en el centro de referencia de las procesiones cívicas del 3 de julio y 4 de agosto, dejando de lado ya el catafalco y siguiendo el ritual por el centro de la ciudad que consistía básicamente en el toque el Campanico, pasacalles por parte de la banda municipal,  desfile cívico de los vecinos por las calles céntricas hasta el lugar donde estaba situado el catafalco y regreso a la Plaza de la Libertad en la que se ofrecían coronas de flores y se realizaban diversas alocuciones por parte de las autoridades que con el paso del tiempo fueron objeto de polémicas desde sectores turolenses conservadores.

La Guerra Civil, aunque no disponemos apenas de imágenes, no debió de afectar mucho al conjunto monumental hasta el final de la llamada Batalla de Teruel de tal manera que el ejército franquista, en este caso un grupo de requetés , demolieron con la piqueta el monumento en el mes de febrero de 1938 cuando entraron en la ciudad así como la placa que existía en el Ayuntamiento. Se deduce que a estos carlistas les hería la existencia de tal monumento pues les recordaría la derrota que habían sufrido sus correligionarios hacía más de 60 años y, sobre todo, que apareciese la expresión «libertad». El régimen franquista posterior se encargó de hacer desaparecer todos los vestigios que hacían referencia a este momento del pasado histórico de la ciudad.

A partir de entonces se suprimen las fiestas del 3 de julio y 4 de agosto, se cambia el nombre del lugar y comienza a denominarse Plaza de Fray Anselmo Polanco, el obispo que «polanquiza» la ciudad, y con el que ha perdurado hasta ahora. También se debió de eliminar la verja metálica y se talaron los magníficos árboles que había a su alrededor con lo que la Plaza quedó vacía, sin los elementos que le daban personalidad y encanto.

 

En los años sesenta del siglo pasado solamente existía una especie de terraza central en la Plaza, algo elevada, con un simulacro de dos puntos vegetales en las esquinas. Los vecinos reclamaron al Ayuntamiento que se eliminara dicha terraza como ya se había hecho en la Plaza Bretón porque poseía «escaso valor ornamental… y el tráfico por ella es dificultoso». El Consistorio accedió a las peticiones vecinales y se eliminó dicha terraza dejando el espacio central de la Plaza exento y libre para que aparcaran en él todo tipo de vehículos.

 

En el periodo democrático que vivimos, desde varias instituciones, sindicatos y partidos se ha intentado que se recuperaran las citadas fiestas cívicas con sus actos, que se reconstruyera el monumento con el simbolismo que entrañaba y que el propio lugar recuperase el bonito nombre de Plaza de la Libertad pero siempre se ha topado con la negativa del Ayuntamiento a realizar estos cambios.

Teruel, marzo de 2019

Publicado por Mi cuidad: Teruel

Mi ciudad, trata de recoger mis inquietudes sobre la ciudad donde he nacido, crecido y vivo: Teruel

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